¿Sabías que la forma en que tomas decisiones financieras no siempre es racional? A veces, nuestros sesgos cognitivos, emociones y hábitos nos llevan a actuar de manera contraria a nuestros intereses económicos. Esto es lo que estudia la economía del comportamiento, una rama de la ciencia que combina la psicología y la economía para entender el comportamiento humano.
En este artículo te voy a explicar qué es la economía del comportamiento, cuáles son los principales sesgos que afectan a tus finanzas personales y cómo puedes aplicar sus principios para mejorar tu relación con el dinero. Así podrás tomar mejores decisiones financieras y alcanzar tus objetivos económicos.
¿Qué es la economía del comportamiento?
La economía del comportamiento es una disciplina que surge como una crítica a la economía tradicional, que asume que los agentes económicos son racionales y maximizan su utilidad. Sin embargo, la realidad es más compleja y los seres humanos no siempre actuamos de forma lógica y consistente.
La economía del comportamiento se basa en experimentos y observaciones para analizar cómo influyen los factores psicológicos, sociales y emocionales en nuestras decisiones económicas. Así, identifica los sesgos cognitivos que nos hacen desviarnos de la racionalidad y propone soluciones para corregirlos o aprovecharlos.
¿Qué sesgos afectan a tus finanzas personales?
Los sesgos cognitivos son errores sistemáticos de pensamiento que nos hacen percibir la realidad de forma distorsionada. Estos sesgos pueden afectar a todos los aspectos de nuestra vida, incluyendo nuestras finanzas personales. Algunos de los más comunes son:
- El efecto ancla: consiste en dar demasiada importancia a la primera información que recibimos sobre algo, lo que nos hace ignorar o subestimar otras fuentes de información. Por ejemplo, si vemos un producto rebajado de 100 a 80 euros, tendemos a pensar que es una buena oferta, sin considerar si realmente vale ese precio o si lo necesitamos.
- El efecto dotación: consiste en valorar más algo por el simple hecho de poseerlo o haberlo adquirido, lo que nos hace resistirnos a desprendernos de ello o exigir un precio más alto por venderlo. Por ejemplo, si tenemos unas acciones que han bajado de valor, tendemos a mantenerlas esperando que suban, en lugar de asumir la pérdida y venderlas.
- El efecto avestruz: consiste en evitar o ignorar la información negativa o desagradable, lo que nos hace actuar como si no existiera el problema. Por ejemplo, si tenemos deudas o gastos excesivos, tendemos a no revisar nuestro estado financiero o a postergar las medidas necesarias para solucionarlo.
- El efecto confirmación: consiste en buscar o interpretar la información que confirma nuestras creencias o hipótesis, lo que nos hace descartar o minimizar la información que las contradice. Por ejemplo, si creemos que una inversión es rentable, tendemos a fijarnos solo en las noticias o datos que apoyan nuestra opinión, sin considerar los riesgos o las alternativas.
- El efecto manada: consiste en seguir el comportamiento o las opiniones de la mayoría o de personas influyentes, lo que nos hace actuar sin criterio propio o sin evaluar las consecuencias. Por ejemplo, si vemos que mucha gente compra un producto o invierte en un activo, tendemos a hacer lo mismo, sin analizar si nos conviene o no.
¿Cómo aplicar la economía del comportamiento a tus finanzas personales?
La economía del comportamiento no solo nos ayuda a entender nuestros errores financieros, sino también a corregirlos o prevenirlos. Para ello, podemos aplicar algunos principios o estrategias basados en esta disciplina, como:
- Establecer metas financieras claras y realistas: esto nos ayuda a tener un propósito y una motivación para ahorrar e invertir. Además, debemos dividir nuestras metas en objetivos más pequeños y medibles, para poder evaluar nuestro progreso y celebrar nuestros logros.
- Automatizar nuestras decisiones financieras: esto nos ayuda a evitar la procrastinación y la tentación de gastar o invertir de forma impulsiva. Podemos usar herramientas como las domiciliaciones bancarias, las transferencias automáticas o las aplicaciones financieras para ahorrar o invertir una parte de nuestros ingresos cada mes, sin tener que pensar en ello.
- Controlar nuestras emociones y sesgos: esto nos ayuda a tomar decisiones financieras más racionales y objetivas. Para ello, debemos ser conscientes de nuestros sesgos y evitar actuar bajo estados de ánimo extremos, como la euforia o el pánico. También debemos contrastar la información que recibimos y buscar asesoramiento profesional si es necesario.
- Aprovechar los incentivos y los nudges: esto nos ayuda a modificar nuestro comportamiento financiero de forma positiva. Los incentivos son recompensas o castigos que nos animan o desaniman a hacer algo, como los intereses, las comisiones o los impuestos. Los nudges son empujones sutiles que nos orientan a elegir una opción más beneficiosa, como los recordatorios, las recomendaciones o los defaults.
La economía del comportamiento es una herramienta muy útil para mejorar nuestras finanzas personales. Si aplicamos sus principios y estrategias, podremos tomar mejores decisiones financieras y alcanzar nuestros objetivos económicos.